Cuando te planteas dedicar tus vacaciones a hacer un voluntariado, son muchas las razones que pueden frenarte y echarte para atrás en tu decisión de emprender un viaje solidario: el tiempo, el dinero, la seguridad en el país de destino, adónde viajar, con qué organización trabajar, en qué colectivo centrarte, identificar qué puedes aportar, posibles problemas de salud…
Es en ese momento cuando el desconocimiento y el miedo se convierten tus peores aliados y pueden hacer que todos esos motivos que te paralizan sean tan potentes que decidas cambiar de plan y volver a la tumbona en la playa de donde no has salido en los últimos veranos (ojo, ¡que también es un planazo!, pero no tiene nada que ver con la experiencia del voluntariado si eso es lo que realmente te apetece).
Como creo que te vienen a la mente varios motivos para no embarcarte en la aventura de un viaje solidario, quiero mostrarte la otra cara de la moneda. Quiero darle la vuelta a la tortilla, alejarte de los miedos y las dudas, y darte 10 razones para que no dejes de vivir la gran experiencia que es el voluntariado.
Te aviso, lo que vas a leer a continuación puede llevarte a un camino sin retorno en la planificación de tu próximo viaje.
#1. Poner tu granito de arena por un mundo mejor
Por supuesto, éste tiene que ser necesariamente el primer motivo para no renunciar a tu voluntariado. Todos, cuando pensamos en dedicar nuestro tiempo a hacer un voluntariado, lo hacemos con el mismo objetivo y por la misma razón: creemos firmemente que un mundo mejor es posible, y queremos contribuir de manera activa a ese cambio poniendo nuestro pequeño granito de arena.
Y, efectivamente, dejarás esa huella y pondrás ese granito de arena con tu colaboración. Según el ámbito en el que colabores, a veces ese granito será…